27 de noviembre de 2013

¡Quien dijo frio!

Pues lo digo yo. Y bien alto. En Madrid, hace un frío del carajo. Temperaturas de invierno cuando nos queda un mes de otoño y un verano que ha durado hasta principios de noviembre. Ya lo decía mi abuelo "En Madrid, 9 meses de invierno y 3 de infierno".

Y cumplimentado el trámite de la queja mañanera, os cuento que sigo liada repasando/terminando/apañando cositas varias. En este caso y hasta que lo acabe esta tarde, con el calendario de adviento.

El año pasado, para pegar los bolsillos al panel de tela trasero, utilicé velcro de pega-pega. Y funcionó bien... hasta que llené los bolsillitos con chuches. Me pasé la Navidad pegando los bolsillos que se caían cada dos por tres. ¿Que solución le he dado?


Imperdibles. No es lo mejor porque el panel de detrás se agujerea, que era lo que quería evitar originalmente, pero así me evito el lumbago con tanta genuflexión.

Por otro lado, estoy algo frustrada con el reto de Esencia de lavanda. No le puedo dedicar todo el tiempo que me gustaría y ando de acá para allá haciendo otras cosas, pero con el arbolito en mente todo el día.


Por esos misterios insondables de blogger, se ha empeñado en poner la foto de lado. Pero de todos modos, se ve que he avanzado poco. A pesar de lo dicho, estoy disfrutando un montón con esta labor.

24 de noviembre de 2013

Vamos terminando

El pasado mes de octubre retomé las clases de patchwork, aunque con otra profesora. Silvia tuvo que dedicarse a echarle una mano a su marido en un proyecto en el que los dos han puesto toda su ilusión y no le quedaba tiempo para las clases. Y en nuestras vidas entró Pilar. 

Llevo un mes y medio con ella y ya he tenido que perder dos clases. Dos clases que me han dolido en el alma, porque aunque yo estaba muy contenta con la anterior profesora, el cambio ha sido bueno.



Sigo a vueltas con el acolchado y con la bolsa de labores, que para el poco tiempo que le puedo dedicar, creo que va bastante bien.

He conseguido terminar uno de los dos cubreasientos que me quedaban.


Me esperan semanas de mucho ajetreo, como a todos, y estoy algo agobiada pensando en si me dará tiempo a terminar este proyecto de una vez.

Y claro, como voy a andar pegada de tiempo, lo más lógico es que me meta en otro bordado... pero es que no pude evitarlo.


Es un reto navideño que organiza Pilar de Esencia de lavanda. De momento tan solo he preparado la tela, Aida roja. Pienso bordar utilizando hilo blanco de DMC, creo que el contraste va a quedar bonito.  

La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren.
Arthur Schopenhauer

20 de noviembre de 2013

200 años de Orgullo y Prejuicio

Cada año, entre Halloween y Navidad, me gusta leer algún libro relativo a la vida y obras de Jane Austen. O, en este caso, releer una de sus novelas. Este año, como no podía ser de otra manera, ha tocado Orgullo y Prejuicio.



Fue la primera obra que comenzó la autora a la tierna edad de 21 años y, sin embargo, fue la última que descubrí y leí yo, pasados los 30. Puede que sea mi favorita, junto con Persuasión y Sentido y SensibilidadMisteriosamente, el suspense sobrevive a pesar de las repetidas lecturas de la obra. 



Y esta novela guarda también algunos misterios para mi:

- ¿Como puede ser que lectores de cualquier época, hayan deseado fervientemente el matrimonio de Elisabeth con Mr. Darcy o, con parecida pasión, el de Jane con Mr. Bingley?

- Más o menos todos los lectores de la novela estamos de acuerdo en que la madre de Elisabeth y Jane (estúpida, charlatana, interesada) es una de las mayores pesadillas literarias del siglo, ¿de qué manera Jane Austen hace de nosotros Mrs. Bennets al conseguir que nos comamos las uñas esperando un final feliz para sus hijas?

- Es más, ¿cómo podemos leer con naturalidad y sin escandalizarnos la manera en que Austen celebra "los amorosos efectos del vil metal"? En su mundo el dinero era un elemento vital y nos damos cuenta del horror que suponía para una mujer de su era, el no tenerlo. La respuesta puede ser simple empatía.

- Sigo sin comprender muy bien el desapego que muestra Elisabeth hacia sus hermanas menores en la obra. Sobre todo hacia Mary. Su falta de gracia y atractivo personal, su pedantería, la convierten en lo que hoy llamaríamos una "pringada", mientras que Elisabeth es la hermana que mola, la popular. Por tanto ¿cómo es que me cae tan bien?


En fin, todas estas dudas, preguntas y el misterioso atractivo que tienen para mi todas las obras de la señora Austen (sí, Northanger Abbey también, aunque Catherine Morland sea completamente idiota), seguirán sin tener respuesta y, aún así, seguiré releyendo las novelas año tras año.



16 de noviembre de 2013

Propósitos

Con el aroma del cocido que burbujea en la cocina todavía en mis papilas, me dispongo a preparar una entrada después de más de una semana de no escribir nada.

Y es que he estado haciendo repaso de las cosas que tenía pendientes, no me apetece nada que acabe el año teniendo tantas cosas sin rematar. Con este propósito, me he puesto manos a la obra para terminar los cubreasientos de las sillas del comedor.


Este es el cuarto, dos más para terminar. Como tengo todas las grannies que necesito tejidas, es cuestión de ir uniéndolas. Y esa va a ser la tarea del fin de semana.


Con la misma idea en mente, he terminado de leer para el reto de Halloween. He ido un pelín retrasada, pero no importa porque, como siempre que leo un libro de Jaz Parks, disfruto un montón. Aventuras de ciencia ficción en estado puro... una gozada.


Pero como también disfruto de ser un pelín inconsecuente de vez en cuando, he "perdido el tiempo" con mi hada favorita. Va tomando forma día a día y creo que va a quedar preciosa.

Creo en mantenerme fuerte cuando todo parece ir mal. Audrey Hepburn


6 de noviembre de 2013

Avances de Martín Pescador y desvaríos varios

Retirada ya la decoración de Halloween, hemos tomado la decisión de dejar los cuadros temáticos hasta que haya que poner la decoración navideña.


Porque, haciendo cuentas, tan solo estaban puestos unos diez días. Y nos parece una pena.

Todo me empuja a comenzar con la organización de las próximas Navidades. Lo que pasa es que no quiero caer en el síndrome de "El Corte Inglés", y liarme con los preparativos demasiado pronto. Aunque, con lo que me gustan estas fiestas, no he podido evitar sacar mis gráficos de punto de cruz temáticos.



Y sí, tengo demasiados. Aunque en mi descargo diré que llevó 20 años bordando y siempre he comprado cositas en la medida de mis posibilidades. Eso y que la mayoría de los que tengo son navideños, por eso parecen tantos. Ya he hecho mi elección de gráficos para preparar un par de cositas que quiero regalar. Aunque ni mucho menos he abandonado a mi nuevo amor.


Me gusta a pesar de los constantes cambios de color, el medio punto y el punto lineal. 

Y mi último desvarío es este:


Debe ser que no he tenido suficiente con la sobredosis de azúcar de Halloween. Los marshmallow, en castellano malvaviscos y en mi barrio nubes, han sido siempre mi chuche favorita, así que cuando vi el libro no pude resistirme. Este fin de semana pienso experimentar.

4 de noviembre de 2013

Puente del trabajo

Buenos días muy, muy otoñales por Madrid. Disfrutémoslos mientras duren.

Si bien es verdad que este no ha sido un puente propiamente dicho sino más bien un fin de semana largo, no es menos cierto que nos lo hemos pasado trabajando.

Estaba claro desde hacía tiempo que la colocación de la terraza de la cocina no funcionaba.


Viviendo en un piso bastante pequeño, cuando llegó el momento de organizar la terraza, tuvimos claro que había que priorizar el espacio de almacenaje ya que no tenemos trastero. Construimos una estantería con "mucho sitio" y decidimos dejar la lavadora, de carga superior, pegadita a un lado y debajo de la caldera. Error.

Porque, además de golpearme la cabeza cada dos por tres al hacer la colada, es difícil llegar al espacio que quedaba detrás, por tanto no lo utilizábamos apenas. Además, cada vez que había que coger la escalera para llegar arriba, no había espacio y había que colocarla de forma precaria y con el riesgo cierto de caída. 

Al final, decidimos dejar pasar los calores estivales para darle un cambio y hacer que el espacio resultase más práctico. Y este es el resultado:


El cambio nos ha venido bien también para hacer limpieza a fondo y llegar a varias conclusiones:

1.- Si durante cinco años has guardado una pistola de silicona por si acaso y jamás la has tenido que utilizar, deshazte de ella. No digo que la tires, pero puedes donarla, regalarla o incluso revenderla. Pero cuando el espacio en casa es limitado, no puedes permitirte el lujo de guardar trastos que vas a usar dos veces a lo largo de tu vida. Es más, cuando te haga falta, es muy probable que algún familiar/amigo pueda prestarte lo que necesitas.

2.- De nada sirve tener mucho espacio para almacenar cuando el acceso es incómodo, difícil o incluso peligroso como en nuestro caso. Porque además, al final terminarás dejando las cosas en cualquier otro sitio con tal de no tener que "liarla" para guardar lo que sea.

3.- A la hora de colocar las cosas, hay que tener en cuenta para qué y con cuanta frecuencia las usas. Por ejemplo, el mueble que veis en la foto con dos cajones azul y verde, lo utilizo para guardar los tuppers. Hasta este fin de semana, estaba en la estantería más alta, con lo que cada vez que tenía que coger algo (cosa que ocurre casi a diario), me tocaba ir a buscar un taburete. Y todo porque, cuando lo compramos, era el único hueco que quedaba libre. Lo cual me lleva al último punto.

4.- Hay que organizar las cosas de forma cómoda para su uso y, para ello, resulta imprescindible "recolocar" de vez en cuando. Porque el tiempo pasa, las cosas se mueven/rompen/tiran, quedan huecos nuevos, etc. y la organización que antes nos valía, llega un momento que es amontonamiento. 

Pero bueno, además del profundo cambio filosófico, psicológico y anímico que ha supuesto la redecoración de la terraza, también he tenido tiempo para hacer algo de ganchillo.


He unido dos tiras del echarpe de mi dormitorio y comenzado una tercera. Serán 10 tiras con 25 grannies cada una... osea, que me queda trabajo para rato.

Ganamos fuerza, coraje y confianza con cada experiencia en la que de verdad nos paramos a mirar al miedo a la cara. Debemos hacer aquello que pensamos que no podemos.

Eleanor Roosevelt